Es lamentable tener que informar sobre historias como ésta, pero se trata de crear conciencia y evitar que las mismas vuelvan a ocurrir. Hoy les contaremos sobre Yésica Manabella de 32 años quien estaba embarazada y cuando ella y su esposo Fernando Cabral de 42 recibieron la hermosa noticia de que serían padres por cuarta vez, no pudieron evitar la emoción. Pese a la edad de ella y a sus complicados embarazos anteriores, él médico aseguró que con los cuidados necesarios todo sería un éxito; sin embargo, nunca imaginaron lo que el destino les tenía para su historia.
Los doctores le informaron que sufría de diabetes gestacional y todo se complicó. Comenzó a atenderse en el Hospital Evita en Lanús, Argentina y su obstetra en ese entonces le hizo una advertencia: debido a su enfermedad el embarazo no podría pasar las 40 semanas y que si no dilataba, tendrían que hacerle una cesárea. Según lo que le comentó la misma Yésica a un medio habría que tener mucho cuidado. “Yo ya había tenido tres partos, por eso avisé que no tenía buena dilatación. La obstetra lo anotó y me dijo: ‘en el último control vemos, si dilatas algo te ayudamos con goteo, si eso no pasa hacemos la cesárea”.
El día del parto, todo cambió y se convirtió en la peor pesadilla. La pareja asistió al último control y el centro de salud se había ido a paro, por lo que no estaban en sus funciones, le dijeron que regresara unos días, pero los dolores no la dejaron esperar el tiempo suficiente. Se vio obligada a recurrir a urgencias y una experta le explicó que aún no estaba lista y que debía regresar más tarde, aún cuando en el monitoreo una de las enfermeras comentó que los latidos no se sentían claramente, “chicas, los latidos no se escuchan para nada bien”, dijo.
“Yo les mostré que tenía fecha de cesárea para el día siguiente y les dije que yo no dilataba. Me volvieron a mandar a mi casa, pero las contracciones siguieron. Cuando la doctora me vuelve a ver, me dice de mala gana: ‘¿Qué haces otra vez acá?’. Después me dijo: ‘Acuéstate ahí’ y me revisó, también de mala manera. Otra vez me dijo lo mismo: `Tienes que esperar, anda a tu casa y descansa´”.
Un recuerdo de la existencia del pequeño.
Ella publicó su calvario y dolor y la gente comenzó a enviarle mensajes anónimos por Facebook que le indicabanque alguien era el responsable de la muerte de su hijo y lo tenían identificado, pues la irresponsabilidad había sido la causante de su tragedia. Lamentamos mucho la noticia y esperamos que esta familia encuentre un poco de consuelo.