En una sociedad civilizada, el esfuerzo, las habilidades, los valores y el talento prevalecerían por sobre la manera en que nos vemos, sin embargo, y a pesar de lo que erróneamente creemos, el comportamiento colectivo aún no está ni cerca de ajustarse a lo civilizado. Nos gustaría que fuese de otra forma, por ejemplo que el mundo en que vivimos olvidara las apariencias y comenzase a preocuparse un poco más por lo que hay detrás de ellas. Pero eso no es un secreto del que sólo algunos están a tanto,por ello, no podemos andar por la vida quejándonos de que nadie nunca nos lo advirtió. Si llevamos esta realidad a un extremo, podríamos dar el ejemplo de un hombre que se postula como candidato a presidente de la república con las orejas perforadas, el pelo teñido de verde y los labios inyectados en silicona. Ya sea justo o no, es imposible que hoy en día obtenga la mayoría de los votos, incluso aunque su conocimiento político y habilidades de liderazgo sean únicas y nunca antes vistas.
La historia de esta ocasión se trata de apariencias y el protagonista es Joe Parsons, un joven de británico de 21 años, que ha sido víctima o quizás el propio responsable de este evidente fenómeno social.
El abuelo de Joe murió con tan sólo 63 años en un hogar de ancianos, entonces el joven tomó la decisión de recordarlo con un tatuaje que él mismo diseñó; un corazón color turquesa con alas de ángel a los lados que en total mide alrededor de 20 centímetros y está ubicado en la parte delantera de su cuello. Claro está que en este instante no midió las consecuencias, ni las sospechó, pues el dibujo permanente estaba ahí para hacerlo pasar por malos momentos y todo comenzó desde el primer minuto en que salió a la calle con la tinta impregnada en la piel.
Así es cómo se ve el tatuaje que Joe lleva con una extraña mezcla de orgullo y lástima en la parte frontal de su cuello.
Homenajear a un ser querido con un tatuaje parece un acto noble, desde su punto de vista, lo es. No obstante, Joe ha sufrido las desventajas que su decisión conllevó con el paso del tiempo.
“¿Algún trabajo al que pueda postular?”, escribió en la red social. Las ofertas llegaron de inmediato, pero en un año asistió a más de 30 entrevistas sin ser aceptado en ninguna de ellas, precisamente por el tatuaje que traía en el cuello.
En conversaciones con el programa británico ‘This Morning’ de ITV, Joe habló sobre los duros momentos con los que se encontró.
“Antes de hacerme el tatuaje la gente pensaba que yo era una persona alegre y segura de sí misma. Ahora me miran como si fuera un completo idiota. Pero ese no es quién soy, yo soy sólo una persona común y corriente que quiere un trabajo. Definitivamente hay un estigma sujeto a eso, y estoy seguro de que es una forma de discriminación. Esto no se trata mis capacidades laborales, he ido a más de 30 entrevistas en las que he sido rechazado y nadie me ha dicho porqué. Siento como si tuviera las palabras ‘no me contrates’ escritas en el cuello. Pero no quiero removerlo, significa mucho para mí. Lo que lamento es cómo el resto de las personas lo perciben. Me saludan y, cuando se dan cuenta, no pueden despegar la vista de mi tatuaje” Joe Parsons a ITV.