Todos sabemos que las relaciones de pareja no siempre terminan de la mejor forma y existen casos en que los animales de la familia terminan siendo quienes sufren la peor parte.
Este fue el caso de Finn, un husky siberiano que pasó dos años encadenado y sin acceso a un techo apropiado ni alimento.
Su ex dueño lo llevó a casa cuando era apenas un cachorro y se lo regaló a su esposa de ese entonces.
Poco tiempo después, ella le pidió el divorcio y él, en su impotencia por no poder vengarse, decidió desquitarse con el animal.
Dejó de alimentarlo y lo amarró a un cadena fuera de la casa. Básicamente se olvidó de él.
El perro fue encontrado por los rescatistas de Pet Angel Rescue (Oklahoma, EE.UU.) y fue catalogado como “una bolsa de huesos”. Su pelaje estaba totalmente disparejo, las costillas se le marcaban en los costados y era literalmente, puro pellejo.
El animal no se resistió a subir al auto de los rescatistas para comenzar su nueva vida. De hecho, apenas subió se quedó dormido por un par de horas, en camino a la sede de la protectora.
Apenas había caminado en dos, pero los voluntarios se sorprendieron por la fuerza del can, ya que se mostró listo y dispuesto para andar con la correa puesta.
Sin embargo, la desnutrición, los parásitos y el sarna lo afectaban demasiado.
Gracias a un tratamiento médico y una buena cuota de caricias y amor, el perrito logró trasformarse completamente.
Recuperó su pero, su pelaje creció de nuevo y sus ojos celestes intensificaron su color: volvió a ser un husky como los demás.
El can fue bautizado como Finn y su familia adoptiva siguió su recuperación desde el primer día que llegó a su nueva casa.
Finn nunca se rindió, aunque sus primeros años de vida fueron horribles, demostró tener muchas ganas de vivir.
Ahora vive feliz junto a su nueva familia, quienes lo valoran y quieren de verdad.