Han pasado muchos años desde que tuvo su máximo apogeo y alcanzó nivel internacional. La serie estadounidense “La pequeña casa en la pradera” que reflejaba las aventuras de “La Familia Ingalls” ha sido transmitida sin cansancio en diferentes canales de Latinoamérica. Es probable que no hayas visto ni siquiera un capítulo completo, pero sí sabes de qué serie hablamos, pues lleva años transmitiéndose. El exitoso programa estadounidense de los años 70 y 80 al menos cada año está en la tv. Y quizás algunos incluso se preguntan el porqué sigue en transmisión.
Para los que no han visto los capítulos, la trama trata de los problemas que vivía la familia Ingalls para encontrar un lugar estable donde vivir. El clan debió mudarse de la localidad de Plum Creek a Walnut Grove, en Minnesota, por ejemplo. Sin embargo, mientras la serie retrataba una realidad dramática con temas como la discriminación , la pobreza y la fe, los hechos que inspiraron el relato fueron trágicos.
Laura Ingalls, quien fue la creadora del exitoso libro que dio origen a la serie, era una niña interpretada por Melissa Gilbert en el show. Y aunque no reveló todos los secretos de su vida en la serie de libros “Little House”, en su autobiografía “Pioneer Girl: The Anotated Biography” describió una historia muy trágica y sórdida.
En dicho libro, escrito en los años 1920 y publicado en el 2014, ella cuenta cómo su marido intentó violarla en estado de ebriedad mientras ella cuidaba a una anciana, afortunadamente, logró escapar a golpes.
En otro episodio muy conmovedor, la niña casi muere carbonizada, ya que un vecino de Burr Oak, en la región de Michigan, roció su dormitorio con bencina, le prendió fuego y arrastró a su propia esposa hasta que se encontró con Charles Ingalls.
El padre de la niña, interpretado por Michael Landon en la televisión, logró salvarla de una tragedia al detener el fuego.
Si el programa hubiese sido más fidedigno con la realidad, impactaría demasiado en algunos momentos y no atraería todo el público que le dio tanto éxito al programa. Lo que en la pantalla buscó ser un retrato de la maduración de Laura Ingalls y un panorama de cómo vivía la sociedad rural de EE. UU. en el siglo XIX resultó ser una visión aguada de lo que realmente ocurría.