Antes de leer este artículo es importante aclarar que la miel orgánica es y siempre será buena para la salud, no hay de qué preocuparse; sin embargo, el día de hoy tratamos de que estés alerta sobre una práctica industrial muy dañina, alentada por productores de miel chinos que, intentando ocultar la ilegalidad de su mercancía, filtran su producto eliminando todos los nutrientes de la miel.
Actualmente se cree que al menos el 76% de toda la miel producida en el mundo es falsa. Esto quiere decir que no es producida por apicultores que cuidan de la salud de sus colmenas y ni se aseguran de que la alimentación de los insectos sea sólo con polen de calidad, sino por empresas dedicadas a la explotación del mercado que en el mejor de los casos alimentan a las abejas con azúcar.
Este tipo de miel es inferior, porque puede estar contaminada con químicos y metales pesados. Esta miel se está convirtiendo en una verdadera pesadilla para las asociaciones apícolas de todo el mundo. El día de hoy te presentamos cuatro pruebas que te enseñarán cómo diferenciar una miel auténtica de una falsificación:
La prueba del pulgar: Pon una gota de miel sobre tu pulgar. Si escurre o cae hacia un lado, la miel no es pura. Si se mantiene intacta, puedes estar tranquilo.
La prueba del agua: Llena un vaso con agua y vierte una cucharada de miel dentro. La miel pura se mantendrá prácticamente intacta y se sumergirá hasta el fondo del vaso. La miel alterada se disolverá casi de inmediato.
La prueba de la solidificación: La miel pura se cristalizará con el tiempo, mientras que la miel alterada seguirá viéndose como jarabe líquido.
La prueba del papel de cocina: Si viertes un poco de miel en un pedazo de papel de cocina y deja una mancha mojada, la miel está alterada y le han agregado agua. Si es pura no dejará mancha.
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