Con solo 7 años, una familia distante y más de 20 compañeros de curso que le hicieron la vida imposible. Solo bastó con que se burlaran de él y lo excluyeran de los juegos y as actividades cotidianas para que se percatara, a muy temprana edad, que el mundo era un lugar hostil, cruel y terriblemente injusto.
Pero aunque hubiese podido superar el bullying y hacer caso omiso a las críticas destructivas, el maltrato físico superó todo, llegando al punto de caer en una depresión que terminó por hundirlo irreversiblemente.
Se hizo conocido como el niño “feo y depresivo” entre todo el resto de los estudiantes y tuvo que aprender a convivir con los golpes y los abusos.
Un niño de 7 años no olvida los momentos en que tres matones lo agarraban por la fuerza y le metían su cara en los urinarios de la escuela o cuando los compañeros lo empujaban escalera abajo y estallaban en carcajadas al verlo caer.
A Rodrigo Alves lo llamaron durante su etapa escolar “feo, gordo y llorón”, y tras haberse convencido de haber nacido en el cuerpo equivocado, se operó 51 veces y hoy lleva el nombre de “Ken humano”.
Este hombre brasilero de 34 años ha gastado 12.000 euros en subir su trasero, 30.000 euros en implantes de pecho de silicona y más de 40.000 euros en operaciones de nariz, además de otros 220.000 en distintas intervenciones quirúrgicas.
Para muchas personas, Rodrigo Alves es una persona obsesiva, adicto a las cirugías y víctima de un aparente trastorno mental. Pero aunque esto sea cierto, su desconocida y dolorosa historia de infancia podría explicar su presente.
El Ken Humano aseguró en conversaciones con The Mirror, que su transformación física lo llevó después de muchos años, a ser una persona realmente feliz.
“Valió la pena el dolor para alcanzar la perfección, me merezco una medalla por todo este trabajo. Nací en el cuerpo equivocado. Mi alma nunca estuvo emparejada con el resto de mí y ahora lo hace. A los siete años me enviaron a un internado. Los niños me empujaban por las escaleras y metían mi cara dentro de un urinario. Tenía pechos como las mujeres y estaba gordo, feo y deprimido. Sólo quería estar aceptado por la sociedad y conseguir acercarme al ideal de belleza brasileño”.
-Rodrigo Alves a The Mirror-
Sin embargo a él parece no importarle.
“Me he preguntado si voy a morir en una sala de operaciones, pero también me he preguntado si voy a morir al cruzar una carretera”.
Ahora el brasileño es feliz cuando se mira al espejo y no se arrepiente de ninguna de sus operaciones.
“La gente quiere fotos conmigo y me tocan. Me gusta la atención. Algunos incluso me piden consejos de belleza para estar mejor”