Durante cinco años, Eryn se hizo cargo de un mapache medio ciego que un día apareció en su jardín. Cada día le dejaba comida, pese a que estos animales generalmente son callejeros y se alimentan de basura.
Pero claro, el pequeño animal se acostumbró a la sabrosa comida y desde entonces llegaba todos los días sin falta a pedir su ración.
Y nunca llegaba solo.
Dos gatos negros le acompañaban de regreso al bosque todos los días.
Resulta que un día los gatos negros llegaron solos: el mapache había fallecido, así fue como Eryn decidió que no podía dejar solo a los guardaespaldas del simpático mapachito, así que decidió adoptarlos.
Por suerte, los dos felinos se hicieron amigos del gato que ella ya tenía.
Y qué felicidad por el mapache, que vivió sus años de retiro en compañía de sus amigos y Eryn.