El perro es el mejor amigo del hombre, dice el dicho. Pero en el mundo, las estadísticas muestran que hay 3 gatos por cada can, así que aprenderlos a conocer es más una responsabilidad que una opción.
En especial si consideramos este descubrimiento de un académico de la Universidad de Bristol.
El biólogo John Bradshaw lleva más de 30 años investigando a los gatos, y llegó a una conclusión que te dejará boquiabierto: para los felinos, no somos amos ni humanos, sino iguales. Es decir, para ellos somos algo así como unos gatos gigantes y torpes.
En su libro “Cat Sense”, el doctor explica que la relación que nosotros tenemos con los canes es bastante distinta de la que desarrollamos con los mininos. De partida, los primeros nos perciben como “algo distinto”.
“En cuanto ven un humano, cambian su comportamiento. Un perro juega con un humano de una forma totalmente distinta a la que usa para jugar con otro perro. Todavía está por descubrir algo en la conducta gatuna que sugiera que nos meten en una cajita distinta a la hora de socializar con nosotros”, le explicó Bradshaw a la National Geographic.
En cambio, los gatos “saben que somos más grandes que ellos, pero no parece que adapten demasiado su conducta social. Levantar la cola, frotarse contra nuestras piernas, sentarse a nuestro lado, es exactamente lo que hacen los gatos con otros gatos”.
Y aunque a veces nos tropecemos con ellos, no nos consideran más tontos o inferiores: “Los gatos no se frotan contra otro gato que sea inferior a ellos”, revela.
Incluso, los gatos nos han estudiado a lo largo de su existencia como especie doméstica y han acomodado su actuar de manera acorde.
“¿Por qué aúllan los gatos cuando están solos en una habitación? Los gatos aprenden cómo reaccionan sus dueños cuando hacen un ruido en particular. De modo que si el gato piensa ‘quiero que mi dueño venga de la otra habitación’, intenta vocalizar. Aprenden de modo directo”, explica Bradshaw. Además son capaces de identificar el comportamiento de algunos humanos en particular.
“Saben si -un miembro de la familia- tiene tendencia a levantarse a las cuatro de la mañana y darles una golosina”, explica.
Pero, ¿a qué responderá esta manera de relacionarse con los humanos?
“Todos los comportamientos que muestran hacia nosotros derivan de un modo u otro de la relación entre madre y cría. El gatito tiende a levantar la cola, frotarse con su madre, mover así las patas y ronronear. Y a cambio las madres los lavan y arreglan”, sostiene. Es decir, somos sus padres gatos.
Por lo mismo es que podemos educarlos en algunos aspectos, igual que los perros. Por ejemplo, si el gatito se nos sube siempre a la mesa de la cocina para enseñarles que esto está mal (una pistola de agua, un juguete que le asuste). Pero “los gatos no perdonan, y cuando se dan cuenta de que una persona les provoca ansiedad o les hace daño, mantienen las distancias”, dice Bradshaw. Así que debes cuidarte de no romper tu relación con tus amigos peludos.
Ya lo sabes.