Poco a poco la ropa se ha convertido en el artículo de mayor consumo en el mundo, algo totalmente beneficioso para la industria de la moda pero no para nuestro bolsillo o para aquellos compradores compulsivos que tienden a llenar sus closets con ropa que jamás usan y de la cual se deshacen cada año sin pensar en darles un segundo uso.
Una investigación reciente, acusó a la industria textil de representar un peligro para el mantenimiento del ecosistema, ya que contribuye al calentamiento global con un estimado de más de 1.200 millones de toneladas de emisiones de gases invernadero en tan solo un año. Cifra que supera en creces a todas las aerolíneas y a las empresas de paqueterías juntas.
El elemento más usado en esta industria es la microfibra de plástico, la cual se acumula en los océanos, contaminando y poniendo en peligro la vida marina y la de los seres humanos. Otros elementos contaminantes producidos son las fibras sintéticas hechas con petróleo, fertilizantes y otros químicos.
La incesante fabricación de prendas de vestir con materiales provenientes de recursos no renovables representa una amenaza para la salud del planeta. Por ello es importante analizar el proceso de adquirir ropa nueva solo porque es la “nueva moda”. Seguramente aún puedes ocupar lo que tienes sin necesidad de renovarlo constantemente.