Petit Romain, un diseñador industrial francés, pensó en un envase de cerveza más útil para su transporte, dejando de lado las botellas tradicionales cilíndricas, hasta que llegó a la nueva botella Heineken Cube.
En 1963 ya se había intentado mejorar la tradicional botella de cerveza de Heineken, sacando al mercado una botella rectangular con forma de ladrillo de vidrio. El empresario Alfred Heineken y el arquitecto John Habraken diseñaron Heineken Wobo, una botella que luego podría ser utilizada como material de construcción.
Alfred Heineken diseñó esta botella tras una visita al Caribe, en donde vio las playas llenas de botellas y cómo también escaseaban los materiales de construcción. Por lo tanto, decidió crear una botella que pudiera ser reutilizada como ladrillos de construcción.
Heineken Cube es similar a ese diseño, ofreciendo un almacenamiento óptimo para su transporte, así como para su consumo.
Las botellas de cerveza cuadradas serán mucho más fáciles de transportar y apilar, ahorrando dinero en las empresas de envío, disminuyendo las emisiones de carbono y así también el precio final para el consumidor.
El envase hace que el transporte y almacenaje sea mucho más eficiente, además de ser apto para construir.
La nueva botella de Heineken es similar a EMIUM, un envase Modular Interconectable de Usos Múltiples, un invento que posibilita la reutilización eficaz de los envases descartables, gracias a la particularidad de construir, una vez vacíos, un modulo de calce a presión, que permite enlazarlos con otros envases de iguales características.