No podía seguir ocultándolo.
El mundo se enteró oficialmente de su enfermedad un día antes de su muerte. Así lo quiso hacer Freddie Mercury, vocalista de Queen luego de vivir sus últimos años rodeado de los rumores que daban cuenta de su deteriorado estado de salud. La nota de prensa fue escueta y directa.
El círculo más cercano del cantante sabía lo que estaba ocurriendo. Sus compañeros de banda, además de su ex novia y confidente, Mary Austin, ocultaron el diagnóstico por años.
La prensa ya tenía sus sospechas. Por eso empezaron a merodear la casa de Mercury en Londres unos meses antes de su fallecimiento. Todos esperaban algún comentario o declaración oficial de lo que le estaba ocurriendo al cantante. Pero lo único que obtenían eran apenas alguna que otra prueba fotográfica.
Mercury negó por primera vez su enfermedad en 1987. Ya no habían conciertos ni apariciones públicas y esto hacía crecer más las hipótesis. Además, la idea se vio reforzada luego que dos de su amantes fallecieran por el virus.
Y fue el 23 de noviembre de 1991 el día escogido por Freddy Mercury para anunciar al mundo la verdad:
“Debido a la enorme conjetura en la prensa durante las últimas dos semanas, deseo confirmar que he dado positivo en la prueba de VIH y tengo SIDA. Me pareció correcto mantener esta información privada hasta ahora para proteger la privacidad de quienes me rodean. Sin embargo, ha llegado el momento de que mis amigos y fanáticos de todo el mundo sepan la verdad y espero que todos se unan a mí, a mis médicos y a todos aquellos de todo el mundo en la lucha contra esta terrible enfermedad”.
Todos sus bienes quedaron, en su mayoría, en manos de Mary y algunos parientes. Hoy en día, su ex novia vive en la casa de Mercury. Ella es la única personas en el mundo que sabe el lugar exacto de las cenizas de la leyenda de la música.