Jennifer Ristine, investigadora y autora del libro “María Magdalena: percepciones desde la antigua Magdala”, señala que esta importante figura bíblica no habría sido una prostituta, sino “una mujer adinerada, influyente y clave en la vida de Jesucristo”.
Jennifer se basó en el estudio de diversas referencias bíblicas e históricas, además de varios descubrimientos arqueológicos hechos actualmente en la ciudad de Migdal, Israel.
Los hallazgos arqueológicos se dieron luego de que los legionarios de Cristo compraron un terreno en el que en 2009 se realizó una excavación y se encontró una parte del norte del pueblo de Magdala, una ciudad muy rica. En la excavación se encontró una sinagoga del siglo I, una representación del templo de Jerusalén, baños de purificación ritual, casas domésticas y un puerto.
Como María Magdalena pertenecía a una ciudad adinerada hizo que algunos interpetaran erróneamente su profesión. En los versos de Lucas VIII: 1-3 se lee:
“Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Chuza, mayordomo de Herodes; Susana y algunas otras, las cuales le servían con sus bienes”.
El calificativo de prostituta hacia María Magdalena comenzó con el papa Gregorio Magno en el año 591, cuando en su homilía 33 dijo: “Aquella a quien el evangelista Lucas llama la mujer pecadora es la María de la cual son expulsados los siete demonios, y qué significan esos siete demonios, sino todos los vicios”.
Actualmente, la iglesia católica reconoce a María Magdalena como una santa y su fiesta se celebra cada 22 de julio.
La autora del libro asegura que el entonces papa realizó una fusión de las tres Marías descritas en el verso de Lucas, mientras la iglesia de oriente reconoce que era mujeres individuales y distintas, la de occidente las identifica como una sola mujer.
También se realizó una asociación de su nombre en el segundo siglo del Talmud, con una mujer llamada Miriam Megaddlela, que significa “mujer de cabello trenzado”. “En la comunidad judía ese título se adjudicaba a una mujer de mala reputación, una adúltera o una prostituta”, según comenta Ristine.
Aún falta mucho por descubrir de los hallazgos arqueológicos, ya que hasta el momento solo han excavado un 15% de la vieja Magdala. Según algunos movimientos feministas, María Magdalena no fue una prostituta, sino una mujer respetada en lo social y en lo económico, y el calificativo solo intentaría tachar su importancia en la vida bíblica.
Más allá de su oficio, María Magdalena representa un mito feminista que rompió esquemas en su época, señala Ristine.