Los seres humanos somos la peor especie de todas, sin duda, pues pasa lo mismo que cuando se introduce irresponsablemente una nueva especie animal en un ecosistema, puede llegar a arrasar con especies autóctonas, reproducirse sin medida y destrozar un equilibrio ecológico alcanzado tras millones de años, el ser humano está haciendo lo mismo, pero en su propia casa.
Vivimos en un planeta riquísimo en recursos, pero llevamos tanto tiempo abusando que las señales de alarma están ya por todas partes y algunos científicos afirman que el punto de no retorno en los niveles de contaminación o el calentamiento global está a la vuelta de la esquina.
No hay duda de que éste tema estará en voga durante las próximas décadas y que podría ser muy bien el argumento de la próxima película de Hollywood, pero no. Increíblemente aún quedan personas que niegan la realidad, o viven dentro de una burbuja de egoísmo extremo. Sin embargo, los datos son irrefutables y las muestras de escenarios que parecían impensables ya están en todos los extremos del planeta.
Si hablamos de contaminación extrema, un buen ejemplo es lo sucedido en el río del Parque Cañón de Sumidero en Chiapas, México, que se ha convertido en un mar de basura que flota. Este lugar, hasta hace poco salvaje y que fue conocido como un nuevo paraíso en la tierra por su vegetación, sus aguas cristalinas y benéficas, la asombrosa variedad de su fauna no es hoy más que un gigantesco, maloliente y horrible vertedero. Un escenario del desastre que no permite proliferar más vida que la bacteriana, que impide que la luz o el oxígeno alimenten las aguas del río y sus criaturas, que ahoga la naturaleza creadora bajo una capa de desperdicios humanos. No de unos humanos lejanos, empresarios sin escrúpulos de una multinacional que no conoce la belleza del lugar, ni le importa. Es mucho peor. Los responsables del desastre son los propios vecinos de la zona. Un ejemplo extremo del irresponsable comportamiento de las comunidades humanas en cualquier lugar del mundo, cuando no están regidas por criterios de sostenibilidad ambiental.
A través de las décadas, la gestión de residuos ha sido apartarlos de la vista. La basura simplemente se arrojaba, el río parecía una garantía de que se alejaría y no se la volvería a ver. Pero los plásticos y las basuras no degradables no se esfuman, se acumulan y se convierten en enemigos terribles.
Basta con ver las imágenes en el Cañón de Sumidero para que nos cuestionemos tantos años de malas decisiones en relación a la basura. El problema es tal que ya no se puede resolver nada con grupos de voluntarios durante los fines de semana recogiendo desechos.
Ese es el motivo por el que al ver situaciones como éstas, es importante ayudar a difundir sobre la conciencia de cuidados al planeta en el que vivimos. Tenemos que ejercer nuestro derecho ciudadano y exigir a los responsables políticos un control estricto en la gestión de plásticos y residuos, de forma no contaminante.