Se llama villa de Ararapira y está ubicada en la frontera entre São Paulo y Paraná. en su época llegó a tener 500 habitantes pero hoy es una ciudad fantasma.
Puedes encontrar una iglesia, casas, su cementerio y todo en perfecto estado.
Se puede llegar en barco o catamarán y la sensación que te da el lugar es que parece que sus habitantes salieron corrieron con lo puesto.
Las casas quedaron con sus puertas cerradas y, al espiar por una ventana, puedes ver que quedan en su interior algunos electrodomésticos y otros objetos.
La iglesia aún conserva su altar muy bien arreglado y una vela que espera ser encendida.
Todo alrededor está vacío y lo rodea un silencio profundo. Nadie sabe qué ocurrió allí con certeza ni cuándo se marcharon por lo que surgen sólo especulaciones.
Una de las versiones que tiene mayor fuerza es que sus primeros habitantes llegaron a comienzos de la colonización de Brasil y su huida fue por una disputa entre São Paulo y Paraná. Hasta 1920, pertenecía a Sao Pablo y luego Paraná obtuvo su posesión pero luego la abandonó.
Hay otra explicación que se debe a la naturaleza y la erosión. La aldea literalmente se estaba “hundiendo en la tierra” y siendo tragada por el agua por culpa de la fuerza de la marea y la alteración geográfica tras haberse realizado una apertura artificial del canal de Ararapira para que pasaran los barcos.