La bullada “historia de amor” entre el príncipe de Gales y Diana Spencer comenzó como lo que parecía ser un maravilloso cuento de hadas en 1981. Al poco tiempo y dadas las características de la relación, se convirtieron en una de las parejas más mediáticas de la época, todo parecía ir viento en popa, pero 15 años más tarde en el año 1996, todo terminó de golpe con acusaciones de escándalos de infidelidad y malos tratos.
La ruptura de la pareja dejó a dos hijos, el príncipe William de 14 años en ese entonces y a su hermano Harry de 12, en medio de todo el alboroto y la polémica. En ese entonces, Diana ya era enormemente conocida y muy querida por miles de seguidores alrededor del mundo, ya que destacaba por su gran espíritu de servicio y humildad.
Cuando su historia de amor con el príncipe Carlos acabó, también llegaron a fin algunos de sus “beneficios” como parte de la realeza. Por ejemplo, parte del protocolo de la separación era que la reina Isabel II le quitara el título de “Alteza Real” y a cambio solo pudo conservar el nombre de “Diana de Gales”, lo que le mantenía el estatus de nobleza, pero ya no era parte de la familia real.
Como podemos imaginar, el haber perdido su título honorífico significó un gran cambio en la vida de la denominada “princesa del pueblo”, ya que al ser despojada de su estatus en la realeza, debía hacer una reverencia al saludar a los miembros de la familia real, incluyendo a sus propios hijos.
Dicho momento significó mucho dolor para Diana, se sintió humillada y rebajada, no pudo evitar llorar y mostrar su tristeza delante de sus pequeños. Una mayordomo que la acompañó después de ese doloroso momento reveló que el príncipe William la consoló y le hizo una importante promesa.
“No te preocupes, mamá, yo voy a darte de nuevo ese título algún día, cuando sea Rey”,