José Antonio Nieva, un campesino argentino, jamás imaginó lo que se escondía entre las tierras de su propiedad. El año 2015, José se percató de que había un objeto de gran tamaño en el borde de un ría que atraviesa su granja y que se podía observar desde uno de los cuartos de su casa.
José fue a investigar y luego le dijo a su esposa que había encontrado un huevo de dinosaurio y ella, lógicamente, se lo tomó con humor. Sin saber a quién acudir, José fue con las autoridades, pero cuando llamó a la policía local, ellos terminaron tan confundidos como él.
Como nadie sabía muy bien la procedencia y la explicación de su hallazgo, tanto las autoridades como José decidieron solicitar a los profesionales del área, los arqueólogos, para poder conseguir una opinión más acertada.
Aunque nadie se lo esperaba, el descubrimiento resultó ser un antiguo fósil de una especia ya extinta, la cual se convirtió n uno de los ejemplares mejor conservados y que servirá para fines de análisis por parte de los paleontólogos.
El fósil se halló en Carlos Spegazzini, una pequeña ciudad de Buenos Aires, Argentina, a la cual se le conoce como el hogar de los agricultores. El caparazón del animal era tan grande, que no pudieron moverlo, ya que solo esa parte pesaba 2 toneladas.
Se trata de una especie predominante en América del Sur y América Central y que vivió durante la época del Pleistoceno. Para poder imaginarlo, el experto explica que era más o menos del mismo tamaño y peso que un Volkswagen escarabajo, aunque su forma era un poco más aplanada.
En cuanto al misterio de su conservación, los científicos lo explicaron fácilmente; el barro que cubría el caparazón antes de tomas las fotos actuó como una barrera natural que protegió al fósil del mundo exterior.
Este es un video del asombroso descubrimiento:
Sin duda es un gran hallazgo que le aportará más material al mundo de la ciencia para sus investigaciones sobre las especies prehistóricas.