No estamos contentos todo el tiempo. De hecho, la gente que siempre permanece positiva y alegre probablemente nos parecerá más extraña que ejemplar. Todo lo que sube tiene que bajar, dice la sabiduría popular, así que seguro vendrá algo malo luego de que nos alegremos mucho.
Un estudio hecho por el Colegio Marits de Massachussetts descubrió que aquellas personas poco simpáticas y de muy pocos amigos que suelen gritar obscenidades al resto del mundo mientras están al volante, suelen tener un coeficiente intelectual más elevado.
Tiene mucho sentido, si pensamos que muchas personas inteligentes ciertamente no son muy agradables.
Esto lo prueba la agilidad mental y la creatividad necesaria para decir groserías rápidamente. Además, esa conducta permite liberar estrés. Pero también posee ciertas consecuencias negativas, especialmente cuando sólo sirve para subrayar la tensión de tu cuerpo.
“El maldecir te puede hacer sentir mejor en ciertas situaciones”, dice el doctor Richard Stephens en su investigación. “Si estás esperando una ambulancia y no tienes medicamentos, decir insultos puede incluso reducir la sensación de dolor”.
Otra investigación, esta vez realizada por una universidad de Minnesota en 2015, reveló que quienes admitían ser más groseros y groseras eran quienes mayor coeficiente intelectual tenían.
De todas formas, que sean más inteligentes no los hace mejores personas. Así que una tarea importante para ellos será buscarle una mejor utilidad a sus capacidades intelectuales, en lugar de desperdiciarla en insultos creativos.
Aunque, es justo decirlo, a todo el mundo se le escapa una grosería de vez en cuando.