Cuando el doctor confirmó que Ayla y Dalon Heller de Oregon, Estados Unidos, estaban esperando un bebé fue uno de los días más hermosos de sus vidas, más aún cuando supieron que era una niña. Pronto decidieron el color de su cuarto, el tamaño de su cuna, sus padrinos y su nombre. Se llamaría Madison. No obstante, no todo fue tan fácil. Ayla compartió su historia en Facebook y nosotros te la contamos.
“He decidido que quiero compartir públicamente lo que me pasó con la esperanza de que algún día pueda ayudar a alguien.
Así que el día que cumplí 38 semanas de embarazo fue normal. Me levanté y fui a trabajar como usualmente lo hacía. Muy temprano esa mañana me di cuenta que Maddy no estaba pateando mucho, pero asumí que estaba teniendo un día tranquila (lo cual ocurre regularmente).
A mediodía sentí que ajustaba su posición, lo que me llamó la atención a que seguía sin patear, pero al menos se había movido.
Así que el día continúa y no le doy muchas vueltas hasta las 7pm. Dalton pone su mano en mi barriga y pregunta si ha estado pateando. Me puse nerviosa, recordando que no la había sentido patear en todo el día. Me di un baño, tomé jugo de naranja, Dalton me acarició la barriga, escuchamos sus latidos con nuestro Doppler fetal, pero no había movimiento. Empecé a entrar en pánico, pero como la sentí moverse más temprano y escuché sus latidos, no sabía qué hacer”.
Hace poco tiempo hubo gran controversia en Europa cuando Elizabeth Hutton, directora de una organización sin fines de lucro para apoyar a mujeres durante su proceso prenatal, comenzó a juntar firmas para prohibir la venta de dopplers a personas sin la preparación médica para usarlas. Ya que sin los conocimientos pertinentes, oír latidos no nos dice nada de la salud del bebé. Como ocurrió en este caso.
“Le escribí a mi madre para saber si era normal porque revisar en Internet no me ayudó nada. La mitad de lo que leí decía que debía ir al médico de inmediato y la otra mitad decía que a los bebés se les acaba el espacio para patear. Mi mamá fue muy persistente en que fuera al hospital o al menos llamara a mi matrona.
Así que llamé a mi matrona y me dijo que tenían espacio para mí en el centro de parto.
Apenas llegué me contestaron a monitores para ver el movimiento de la bebé. Una vez más me dieron jugo de nada, hielo, me giraron para acá, para allá… ¡literalmente en un momento inclinaron la camilla para que mi cabeza quedara ligeramente hacia abajo!
Después de 30-40 minutos me dijeron que la matrona venía en camino (algo que mi madre sabía que no era buena señal y llamó a todo el mundo, afortunadamente).
Apenas llegó la matrona no perdió tiempo y me dijo que las cosas no se veían bien y que era muy probable que me hicieran una cesárea de emergencia esa noche”.
Después de 40 minutos por fin nos dejaron regresar a la habitación.
Ahí me informaron que mi placenta había envejecido prematuramente, se había calcificado y básicamente se había rendido (también me dijeron que no se sabe porqué ocurre esto y no hay nada que se pueda hacer para prevenirlo).
Esto causó que Maddy no recibiera tanto oxígeno o comida como necesitaba. Esto provocó que tratara de preservar su energía, la razón por la que no se estaba moviendo.
Esto también causó que estuviera baja de azúcar y que tuviesen que conectarla a un IV de glucosa en sus primeros días de vida”.
“Mi madre preguntó qué hubiese pasado si no hubiese llegado al hospital cuando lo hice. ‘La bebé no estaría aquí’, respondieron. No hubiera durado ni una noche. Así que mi punto es que tiene que saber que cosas así pasan. Tú conoces tu cuerpo y lo que es normal para tu bebé. ¡Y A LOS BEBÉS NO SE LES ACABA EL ESPACIO! Eso es algo que vi mucho en Internet.
Los bebés siempre van a patear haya espacio o no. SI TIENES DUDAS, VE A UN DOCTOR. Siempre es mejor estar segura. Porque a mí casi me pasa. Casi espero hasta la mañana a ver si todo seguía igual. Y si hubiera hecho eso, no tendría a mi amor.
He escuchado demasiadas historias de bebés que no nacen porque algunos síntomas no se tomaron tan en serio como debieron ser tomados”. Ayla Heller
Afortunadamente ,Maddy cumple su primer mes de vida el 30 de septiembre y a pesar de que deben ser cuidadosos, como con todo recién nacido, al parecer no tiene secuelas de lo que afortunadamente fue sólo el peor susto de sus vidas.