A pesar de las millones de víctimas y de la gran crisis económica que está generando el coronavirus alrededor del mundo, no todo es malo. Uno de los sectores que más se ha beneficiado por las medidas de aislamiento social es el medio ambiente, ya que hace muchos años que no lo veíamos tan limpio.
La naturaleza ha podido descansar, recuperarse e incluso retomar lugares que siempre fueron de suyos. Los animales recorren los bosques sin miedo y los lagos, mares y ríos se han podido ver mucho más transparentes, sin toda esa contaminación que generan las embarcaciones y los desechos.
En Turquía, el lago Iznik en la región norte del país, se aclaró drásticamente durante esta época y se ha logrado ver algo oculto bajo el agua.
La basílica de la era bizantina, con aproximadamente 1.600 años de antigüedad se había ocultado bajo el agua desde 2004, ya que ese año se descubrió por primera vez, pero debido al color de las agua, se había perdido de vista.
Ahora, luego de que las agua se aclararon drásticamente, se puede apreciar a tan solo unos metros de profundidad.
En su momento, este hallazgo fue considerado por el Instituto Arqueológico de América como uno de los 10 descubrimientos del años. Se cree que su construcción habría sido en el año 390 después de Cristo, en honor a San Neófito, un santo cristiano que fue martirizado en el año 300 d.C. y se estima que la iglesia se derrumbó durante un terremoto alrededor del 740 después de Cristo, para luego ser hundida en el lago.
“No había descubierto una estructura tan magnífica como esa (…) Cuando vi por primera vez las imágenes del lago, me sorprendió ver la estructura de una iglesia con tanta claridad”.
Mustafa Sahin, profesor Jefe del Departamento de Arqueología de la Universidad de Uludag
El profesor especuló que las ruinas podrían tratarse de un templo pagano de la época del emperador romano Commudus, que se encontraba debajo de los restos de la basílica. Cuando antes de ser el de Iznik, se le conocía como Nicea.