El pueblo de Titirangi tiene unos 4.000 habitantes y aunque en ese lugar el confinamiento obligatorio ya terminó, ellos siguen atemorizados en sus hogares sin querer salir a la calle por causa de la invasión de gallos y gallinas salvajes en las calles.
El 2008 varios de estos animales fueron abandonados en el campo, pero el tiempo pasó y la situación se salió de control multiplicándose exponencialmente. Durante la cuarentena se apoderaron de las calles del lugar y ahora los vecinos están tan atemorizados que ni siquiera quieren salir de sus casas.
Cuando se levantó la cuarentena en este barrio de Auckland (Nueva Zelanda), los habitantes se encontraron con cientos de gallos y gallinas salvajes que los obligó a quedarse en casa porque de lo contrario podrían recibir en cualquier momento unos buenos picotazos.
Pero no solo atacan a las personas, sino que además a los otros animales.
El representante de la comunidad, Greg Presland, ha dicho que este problema “ha hecho resurgir las antiguas rencillas y divisiones en el barrio”. Él mismo tiene “unas 15” de estas aves acampadas a algunos metros de su casa.
Señaló además que este problema surgió a raíz del abandono animal que ocurrió en 2008, en donde la situación rápidamente se salió de control.
Los vecinos han intentado atraparlos, eliminarlos e incluso adoptarlos pero nada ha funcionado hasta el momento. Recientemente iniciaron conversaciones con una empresa de carne de pollo para que se haga cargo, pero muchos se oponen a esta alternativa.