Debido a los estereotipos impuestos por la sociedad, mucha gente aún no acepta las huellas que deja el paso del tiempo y recurren a productos cosméticos y hasta a cirugías para mantener una imagen joven.
Lo anterior sucede con las canas, por ejemplo, ya que muchos intentan ocultarlas con tintura para el cabello, pero más que una señal de vejez, son signo de que hemos vivido plenamente y es por eso que hoy te contamos la historia de Sara Eisenman que ha aprendido a amar sus canas.
Un poco sobre Sara
Sara Sophia Eisenman es escritora, neurocientífica, mujer de negocios, madre de dos niños y esposa. A sus 43 años ha aprendido a amar sus canas y a lucirlas, luego de ocultarla por años con tinturas para el cabello.
Una niñez compleja formó su carácter
Los padres de Sara se conocieron en una institución mental y sus tratamientos los imposibilitaron de ejercer sus roles, así que la pequeña Sara vivió sumida en la pobreza. Tras algunos años, Sara comenzó a entender que su madre no tenía una enfermedad como pensaban los especialistas, sino que veía el mundo de forma distinta poniendo lo sentimental por sobre lo racional.
A los 9 años Sara fue enviada a un orfanato y estuvo allí hasta los 11. Tras eso se mudó a vivir con su hermana y allí sufrió de abusos y maltratos a manos del esposo de esta. A los 17 años se mudó a Los Ángeles y experimentó el estrés postraumático. Sara se casó a los 22 años y se inscribió en la Universidad de Berkeley donde se graduó en ciencias cognitivas. Tras esto continuó estudiando y especializándose en reiki y chamanismo.
Las primeras canas de Sara
El cabello de Sara comenzó a tornarse plateado a los 21 años. “Mi cabello se volvió casi completamente blanco de la noche a la mañana a la edad de 21 años. Un día, me vi en el espejo y descubrí que me estaban saliendo raíces blancas por toda la cabeza”, contó.
Ella en ese momento intentaba superar sus traumas y su apariencia no iba de acuerdo a su edad, por eso comenzó a teñir su cabello cada 15 días por años. Incluso el día que nació su primer hijo, antes de ir al hospital, se tiñó el cabello porque no quería que los médicos y quienes la visitaran notaran que cabello no era negro.
Un cambio de mentalidad
Cuando Sara cumplió 37 años ya era madre de dos niños y se dio cuenta de que teñir su cabello ya no era una prioridad y con apoyo de su esposo decidió mostrarle al mundo su cabello plateado.
A pesar de las bromas de sus amigos, ella vio belleza cuando se miró en el espejo. “Muy poca gente sabe que el cabello plateado en realidad tiene un brillo natural y mágico, que solo se suaviza y se apaga con el tinte, [descubrirlo] fue una experiencia increíble”, agregó.
Hoy se siente mejor con ella misma
Hoy Sara escribe libros y tiene una familia que al ama y apoya.
Dejar ver tus canas o teñirte el cabello no tienen nada de malo y es decisión propia. Lo importante es que te sientas cómoda y bella.