Sorprende pero aún existen culturas que pagan una dote por casarse con una mujer, en este caso una adolescente.
Ella viste su vestido blanco, velo y espera a ese príncipe azul con el que siempre ha soñado. Este es el sueño de algunas chicas que se imaginan todo como si fuera un cuento de hadas.
Sin embargo, en la realidad y, sobretodo en algunos países, las bodas se llevan a cabo de una manera un poco chocante para el mundo occidental.
Es el caso de esta chica de 17 años que vive en Sudán del Sur. Ella sí llevaba un vestido muy bonito para el día de su boda pero, lamentablemente, no amaba a quien sería su futuro esposo, pues este enlace fue un acuerdo entre familias, donde el hombre, además, la “compro” pagando con ganado, 3 autos y miles de dólares.
En ese país africano se acostumbra a que la familia del novio pague a la familia de la novia una dote. Esto les sirve como una garantía de que el futuro marido podrá proveerle de todo a su futura esposa.
Este paso es un requisito que no debe ser obviado, ya que así la familia de la novia puede dar su aprobación al casamiento.
Generalmente, las dotes son animales, pero también algunos bienes o dinero en efectivo.
Para Nyalong Ngong Deng Jalang, su destino no sería distinto pues sus padres ya habían recibido muchísimas propuestas de matrimonio sólo que ella no podía opinar.
El ganador fue el millonario Kok Alat, que ofreció: 500 vacas, 3 autos y 10 mil dólares por tener a Nyalong como su… ¡décima esposa!.
La chica de 17 años se convirtió en la novia más cara de su país y su familia no podía más de felicidad. Aunque nadie le preguntó a Nyalong si quería casarse o no.
La boda en sí fue una ceremonia espectacular según las tradiciones locales. Aunque en las fotos se puede apreciar que la novia no estaba para nada feliz. Sus ojos cuentan cómo se sentía su alma.
“Comprar una novia” sigue siendo algo muy común en estos países africanos como también en la India y China. Para nosotros, es algo chocante y nos muestra que los padres son materialistas y ven a sus hijas como objetos intercambiables por cosas.
Pero al final de cuentas, son culturas milenarias; pero no deja de poner en el tapete que los tiempos son otros y hay cosas que simplemente no corresponden y hoy más que nunca se deben velar por los derechos de todos esos niños y mujeres que son considerados objetos.