En junio de 2018, una lamentable noticia sacudió a la familia del esquiador olímpico Bode Miller: él y su esposa Morgan perdieron a su hija Emmy, de solo 19 meses, cuando por accidente cayó a la piscina de un vecino. Luego de rescatarla, hicieron todo los intentos por reanimarla, pero la pequeña no logró sobrevivir. Fue el mismo deportista quien comunicó la triste noticia en su cuenta de Instagram y no podemos sentirnos más tristes por él y su esposa.
Como era de esperarse, la pareja estaba destrozada, pero debía seguir adelante con todas sus fuerzas, ya que Morgan estaba embarazada. Era necesario seguir adelante como fuera porque el hijo que venía en camino no podía sentir tanto pesar y ellos esperaban recibirlo con mucho amor. Esta vez, esperaban a un varón.
Pasaron 5 días desde la devastadora pérdida de su hija, Morgan asistió a un chequeo prenatal. “De mala gana, entré a ver al técnico de ultrasonido para ver cómo crecía el bebé dentro de mí”, escribió en su cuenta de Instagram. “Entrar en mi futuro sin mi hija se sintió como una daga en mi corazón”, agregó.
Mientras estaban en la consulta, el médico ofreció a la pareja tomar una imagen tridimensional de su hijo, pero Morgan se negó. No se sentía a gusto con la idea.
Pero el doctor tomó una captura de todos modos, ya que quería una toma clara y de primer plano. Y aunque la madre había rechazado ver la imagen, se la mostró igual. Cuando Morgan observó de cerca la captura de ultrasonido, vio algo que le puso la piel de gallina: el rostro de su hija fallecida junto al de su bebé aún por nacer.
Según esta madre, ese bebé era sin dudas la pequeña Emeline, a la que extrañaban tanto. Los padres no pudieron contener su emoción al percibir aún a su hija.