Cada vez que conocemos de un desastre animal, nos conmovemos mucho pues sabemos que hemos perdido algo importante. Nos desconcierta si no conocemos los motivos, o nos indigna cuando la catástrofe es evidentemente culpa de los abusos humanos en el planeta.
En esta ocasión, las víctimas son un centenar de crías de tiburón martillo que han aparecido muertas y amontonadas en la laguna Keehi, de Odahu (al sur de Honolulu).
Investigaciones en curso apuntan a la actividad humana: probablemente quedaron atrapadas en redes de pesca de arrastre, una criticada forma de extracción de las empresas pesqueras que arrasan con todo lo que no pueda escapar a través de los huecos de la malla.
Los tiburones que quedan atrapados en estas redes mueren siempre, debido a que deben mantenerse en constante movimiento para respirar y no morir asfixiados.
Esta clase de tiburones en particular es una especie amenazada y que acude a la laguna de Keehi y a la Bahía de Kaneohe porque es la zona donde se aparean y dan a luz. Este centenar de pequeños no tuvo una existencia muy breve y dolorosa, sin embargo.
Ante la catástrofe, el Departamento de Estado de Tierras y Recursos Naturales de Hawai ya solicitó la ayuda ciudadana, para dar con los responsables y castigar a quienes pongan en peligro el patrimonio natural.
Ojalá logremos concientizar a la población mundial (y especialmente a las empresas contaminantes) y logremos la sostenibilidad del planeta. Necesitamos respetar a la Tierra, porque si no cuidamos nuestro hábitat los únicos afectados seremos nosotros.