“¡Papá!, ¡papá!, ¡papá!, ¡quiero ir con papá!”, son algunos de los terribles y emotivos gritos que se pueden escucha en las grabaciones que surgen desde uno de los centros de internación para menores migrantes en Texas, Estados Unidos.
Una de las grabaciones más extensas es de 8 minutos y muestra el infierno al que son forzados a vivir los más de 10.000 niños y adolescentes que han sido separados de sus padres, después de entrar a territorio estadounidense.
Lo que sucede en la frontera es francamente desgarrador, pues niños de todas las edades quedan desorientados y fatigados de tanto llorar por sus padres, quienes hoy enfrentan cargos penales dado los cambios instaurados por el gobierno de Donald Trump por el delito de “ingreso ilegal” y que incluso podrían recibir condenas carcelarias.
Una vez que se enfrentan a las autoridades migratorias existe una rapidez extrema con la que realizan el procedimiento que viene con el distanciamiento, hace imposible que los padres preparen a los niños para el futuro que les depara.
El increíble aumento que ha tenido el número de inmigrantes que busca ingresar a territorio estadounidense, desencadena que los centros que fueron inicialmente dispuestos para albergarlos, hoy se encuentren completamente colapsados. Los niños duermen en condiciones de hacinamiento y con la incertidumbre de si podrán, algún día, volver a ver a sus padres.
Son millones de personas alrededor del mundo los que exigen que las familias migrantes sigan unidas, entre ella la misma Melania Trump, el presidente nº45 de Estados Unidos se rehúsa a alterar la política de tolerancia cero que se ha instaurado en el país. Trump ha manifestado públicamente que su gobierno no es responsable del problema que actualmente involucra a las familias inmigrantes, sino que son ellos los primeros que han impulsado un camino para lograr una solución.
“Nosotros no hemos creado este problema. Somos la primera Administración que ha dado el paso de intentar arreglarlo”, explicó.
A pesar de que las familias son forzadas a separarse bajo la promesa de que tras el término del juicio se reunirán, hoy existe un número indeterminado de casos de personas que han sido deportadas a sus países, pero sin la compañía de sus hijos o familiares menores de edad.
Agregando el shock emocional que les causa la posibilidad de enfrentar una condena de prisión efectiva en Estados Unidos, hombres y mujeres viven con el miedo de que sus hijos sean entregados a familias adoptivas y no volver a verlos nunca más.
“Sácame de aquí”
Se escucha una de las voces en el audio revelado que corresponde a una niña, de identidad desconocida originaria de El Salvador, quien pide ser trasladada hasta la casa de su tía. “Necesito que me venga a recoger, me sé el número de memoria. Para que mi mami venga después, lo antes posible”, dice una pequeña, mientras intenta contener las lágrimas.
Después de publicar la desgarradora súplica, una representante del consulado se acercó hasta la niña y le permitió que llamara a su tía. No existen registros de la conversación sostenida entre la menor y su tía; sin embargo, la misma organización sin fines de lucro que divulgó las grabaciones, llamó a la mujer.
“Fue el momento más difícil de mi vida. Imagínese recibir una llamada de su sobrina de seis años. Está llorando y me ruega que vaya a buscarla. Ella dice: ‘Prometo que me comportaré, pero por favor sácame de aquí. Estoy completamente sola’”.
A pesar de que ella quiere sacarla del lugar, la tía de la niña no puede hacer nada al respecto. La razón es que dos años atrás, la mujer migró a Estados Unidos desde El Salvador, por lo que la mujer tiene miedo que si trata de su situación en Estados Unidos pueda empeorar.
El mayor centro que hoy tiene el gobierno se encuentra al sur de Texas, en un recinto que solía ser usado como supermercado por la empresa Walmart. En la actualidad, éste alberga a más de 1.500 niños, quienes pernoctan en delgados colchones, los que incluso deben ser compartidos, ya que el número de niños “sin compañía” incrementa a la velocidad de la luz.
Mientras los adultos son detenidos y perseguidos penalmente por el delito de “ingreso ilegal”, los niños son trasladados hasta refugios o centros de internación que se encuentran en la frontera de México y Estados Unidos, sin embargo muchos son llevados a albergues o familias de acogida, haciendo que el reencuentro sea aún más difícil.
A medida que la crisis sigue agravándose, expertos de todo el mundo coinciden en que la situación que están experimentando los niños, se traducirá en secuelas que permanecerán con ellos durante toda su vida.
El principal temor que hoy afecta a las miles de familias que se encuentran en esta situación es que dado a la inexistencia de registros, la posibilidad de reencontrarse con sus niños disminuye a medida que pasa el tiempo.
La separación forzosa de sus padres, siembra en los niños el trauma, la desesperación y la tristeza incontrolable que les provoca pensar en el abandono.