Dhara, una tigresa de bengala, llegó al Jardín Zoológico y Botánico de La Plata (Argentina) en el año 2015 y pasó todos estos años en cautiverio. Pero debido a los graves problemas renales y desnutrición que la afectaban, no resistió más y murió el lunes 21 de mayo de este año.
Su historia es triste, pero lo peor de todo es que no es un caso aislado, esto ocurre constantemente y es una realidad en todo el mundo.
Su historia es idéntica a la de todos los animales que viven en cautiverio en los zoológicos, se cree que al vivir una vida más larga que la que podrían alcanzar estando en libertad, es lo correcto y es una “ayuda” hacia los animales, sin embargo, la vida que llevan está llena de tristeza, malos tratos y padecimientos.
Son encerrados, en contra de su voluntad, para que algunas personas se entretengan al verlos. Lamentablemente los zoológicos deberían haber dejado de existir hace mucho tiempo, pero el dinero y la industria pesan más que la dignidad animal.
El tigre de Bengala es una subespecie de tigre que se puede encontrar en India, Nepal, Bangladés, Bután, Birmania y Tíbet. Son blancos debido a una mutación genética y según la UICN, su estado de conservación es “Amenazado”.
Han sido extinguidos por los cazadores, quienes argumentan que estos animales son un peligro para el hombre, pero luego utilizan sus pieles o cuerpos enteros para ser disecados.
El Fondo Mundial para la Naturaleza es una organización que trabaja para detener la caza furtiva y reducir los peligros a los que se enfrentan este animal. El año 2014 habían alrededor de 2.226 tigres de bengala en la India.