El fotógrafo Corey Hancock estaba de excursión por Oregón cuando vio algo que resultó ser un osezno al borde la muerte. Hancock escribió que el oso estaba “tumbado de espaldas, aparentemente muerto. Tenía los labios azules y los ojos abiertos pero nublados e inmóviles. Llovía mucho y se estaba empapando. Me pareció verlo intentar respirar”.
“Pensé en mi propio hijo aún bebé en casa. El oso parecía ser una cría también. ¿Iba a quedarme ahí y verlo morir en la lluvia? No… Tenía que hacer algo.”
Así que cogió al oso y salió corriendo hacia su automóvil. “Durante todo el rato, estaba seguro que de una furiosa madre osa vendría a por mi.”
Cuando llegó al auto, el osezno dejó de respirar. Hancock le hizo respiración boca a boca y el animal volvió a respirar nuevamente. El rescatador lo llevó al veterinario, donde se va fortaleciendo cada día tras ser tratado por deshidratación severa y desnutrición.